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Entonces envié a decirle: “No han sucedido esas cosas que tú dices, sino que tú las inventas en tu corazón”. Porque todos ellos nos intimidaban pensando: “Se debilitarán sus manos en la obra y no será llevada a cabo”. ¡Pero, oh Dios, fortalece mis manos!

10 Después fui a la casa de Semaías hijo de Delaías, hijo de Mehetabel, porque él estaba encerrado allí. Y me dijo:

—Reunámonos en la casa de Dios, dentro del templo, y cerremos las puertas del templo porque vendrán para matarte. ¡Sí, a la noche vendrán para matarte!

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